Recientemente leía en el periódico una
reseña de un campamento de personas
pudientes, que se reúne en nuestra
proximidad, para ayudarlas a perder de peso.
Me dio lástima, porque en esta situación
específica se trata la obesidad y sus
consecuencias nefastas, como si su cura
fuera otra actividad social para quienes son
adinerados --- y asimismo mentalmente
simples, atributos estos que juntos, a
menudo, viajan ---
Los resultados del campamento en cuestión
son pobres. Pero lo que sigue atrayendo a
sus devotos es el elemento de ser otra
función social que se atiende.
El hecho es que, para muchos que ganan, y
deben perder, de peso, la comida es,
simplemente una actividad social y no un
asunto grave. Lo que traduce de modo
elocuente, el significado de los mecanismos
psicológicos de negación o denial.
Nos explicaremos
Hay muchos factores que hacen que la pérdida
de peso, si se logra, como lo prescribe la
spa referida, nunca puede ser, ni será
permanente.
Primer factor. La obesidad y sus causas, son
inexplicables y todos quienes han tratado de
esclarecerla nos han decepcionado.
Pensemos. Kelly Brownell, distinguido
profesor de Yale University y director del
programa de la misma universidad para el
estudio y control de la obesidad, es gordo,
como lo son tantos que nos aconsejan y nos
instruyen en métodos de cómo perder de peso.
Jenny Craig, Sarah Ferguson, Jean Nidetch,
Robert Atkins y muchos más --- son gordos
ellos mismos --- por definición.
Kelly Brownell PH D
No es que sea pecado el ser corpulento. No,
el problema es que si uno no puede resolver
el problema de la corpulencia en uno mismo,
¿cómo pretende que creamos en que puede
lograrlo en los demás?
Todavía muchos creen que el Sistema
Fiduciario explica la obesidad, aunque sea
absurdo pensar que si se come de más y se
ejercita de menos se gana peso. Cuando todos
reconocemos empíricamente que no es así.
Pero la evidencia, para muchos es cegadora.
(Véase mi artículo al respecto, que en esta
publicación apareciera).
Segundo Factor. Las dietas no
funcionan --- Véanse, asimismo mis artículos
al respecto --- Con las dietas, lo que al
principio sucede, cuando todos bajan de
peso, se conoce en ciencia aplicada, como el
Efecto de Hawthorne. Las expectativas de que
van a funcionar, hacen que todas den
resultados inicialmente, pero sólo por un
tiempo limitado. Todos lo saben, así que
aquí queda dicho, sin necesidad de
repetición.
El futuro de nuestro género…
Tercer factor. Quienes pretenden
curar la obesidad, tratan la condición y
olvidan a quienes la sufren. No es lo mismo
ser gordo cuando se es un jockey o cuando se
es una diva. Pavarotti, cantaba don Giovanni
luciendo como un globo terráqueo. El jinete
de un caballo de carreras no puede ser así.
Porque, si lo fuera, ni ganara la carrera ni
sobreviviera el caballo.
Pero, volveremos al mismo punto de partida.
¿Saben cuántas veces, en su vida, Pavarotti
trató de conquistar su gordura?
Cuarto factor. La obesidad no sólo
existe como representación simbólica y
vívida en el hipotálamo, sino que asimismo
existe como conflicto reprimido en la mente.
Si no se la resuelve dentro de un marco
terapéutico tenderá a retornar como castigo.
Para muchos, ya hemos aprendido, ser obesos
les proporciona elementos de equilibrios
psicológicos, que cuando pierden de peso les
hacen falta.
Quinto factor. El gordo, como quienes
acuden a esos spa ambulatorios, prefiere ser
gordo. La gordura, como otros síntomas
neuróticos, protege a sus víctimas contra la
curiosoualidad, la agresión y contra la
obligación de ser competentes para
sobrevivir. Ser gordos es, para muchos, una
bendición en sigilo. Como describiéramos en
el párrafo anterior. (Aquí se recomienda el
libro: What a Beautiful Face por M. Millman).
Sexto factor. Siendo gordo es
permisible para muchos quienes son pasivos,
ya que los consigna a una vida de
sufrimientos por los cuales no tienen
motivos para sacrificarse. Ser gordos los
define, y esa es su vida y ese es su
destino.
Para una persona, por mí conocida, ser obeso
cubría por fobias al trabajo y por la
impotencia genital. (Véase mi artículo
acerca de la Ergofobia).
Séptimo factor. El gordo, a menudo,
prefiere depender de la comida rica y
sabrosa. De la comida sensual, de la comida
que los calma. Lo prefieran en lugar de
satisfacer sus otros instintos. En ese
sentido la gordura, para muchos, es otra
codependencia más. Ni más ni menos. (Aquí se
recomiendan los trabajos de C. G. Jung
acerca de la Confluencia de los Instintos).
Octavo factor. Al gordo, la gordura,
a veces, le sirve de excusa, ya que siendo
gordo le permite ser incompetente en un
sinnúmero de actividades.
Idéntico al gano secundario de las fobias.
“Yo no puedo, y no es porque yo no quiero…
por ello no trato…”
Noveno factor. Las cirugías gastroplásticas,
como las dietas, todas son una admisión de
derrota. La derrota de la razón por manos de
un instinto ¿Cuán más débil puede serse que
rendir nuestras vidas al deseo patológico de
comer?
Décimo factor. Las dietas sin la
terapia, son como el tratamiento mecánico de
las dependencias sin uso de la terapia.
Nunca son exitosas. Las dependencias y sus
hermanas gemelas, las codependencias son
procesos de cambios internos que involucran
la resolución íntimas de conflictos. Las que
sin terapia, repetimos, no serán exitosas.
Celebrante de libras “perdidas” en spa…
Ese decálogo encapsula el dilema de quien
dieta.
Las dietas no son naturales, de hecho, las
dietas y los spas son contranaturales,
contraproducentes y dañinas.
Asimismo son las afamadas celebraciones
gastronómicas, tan comunes: incursiones en
una realidad artificial y desacertada. Una
realidad, que por ser sancionada como lo son
el tabaco, el azúcar y otras drogas, cesan
de ser vicios y se convierten en virtudes.
He aquí una explicación
El ser humano del pleistoceno y el ser
humano moderno.
Anatómica y fisiológicamente nuestros
antepasados paleolíticos eran idénticos a
nosotros. No existen diferencias.
En lo que diferimos es en la aparición
epidémica de la obesidad en nuestro mundo “civilizado”,
donde hasta muy recientemente aún existían
tribus y poblaciones primitivas que,
desconociendo la corpulencia, carecieran de
una palabra para definirla.
Hoy, confrontando la epidemia morbosa de
esta dolencia, recurrimos a varios
subterfugios:
Primer subterfugio. Hacer que el
“peso ideal” se considere más alto. Ahora,
para ser gordos, somos “gordos”, pero menos
así.
Segundo subterfugio. Ofrecer ropas de los
tamaños viejos, pero de ajuste mayor. Léase
un size 44, por uno 36. Ilusión será, pero
como esperanza, para muchos, funciona.
Tercer subterfugio. Eliminar las
sodas de las cafeterías escolares,
permitiendo su uso en la casa y continuando
abarrotando las barrigas de todos con grasas
hidrogenadas, cereales, kétchup, fast-foods
y HFCS. (Véase mi artículo acerca de: Las
Contribuciones del Dr. John Harvey Kellogg).
Victoria camino al quirófano, antes de
recuperar las libras perdidas…
Cuarto. Enseñar que el uso de los
gimnasios y spas controlan el sobrepeso.
Cuando nada controlan.
Quinto. Remediar la obesidad infantil
con la cirugía gastroplástica. Esta nueva
tendencia es otra aplicación absurda al
famoso bypass.
Sexto. Pretender que las comidas que las
empresas locales ofrecen son nutritivas o
saludables, porque nadie las regula.
Salchichón y yuca dura, es una colación
desquiciada.
“Concursante” en escuela…
El dilema de los que dietan es simple.
Dietar es el nombre de la misma enfermedad
que quieren remediar. Porque las dietas
engordan, algo que todos sabemos y hemos
comprobado. Todos.
“Pasa la mantequilla, darling”… Y buen
provecho…
Antes de concluir esta ponencia aquí
ofrecemos una descripción reproducida con
atribución del Fenómeno de Hawthorne:
“Pero lo más curioso sucedió en 1924. Unos
ingenieros industriales en la planta
Hawthorne Works de la Western Electric Co.,
ubicada en Cicero, Illinois, diseñaron unos
experimentos para saber, por ejemplo, qué
efectos causa en la producción un aumento de
luminosidad así como ¿Influye la
temperatura? ¿y la humedad? ¿qué sucede al
fijar periodos de descanso? ¿y si damos
facilidades o aumentamos el sueldo?
“Con las trabajadoras que allí tenían
formaron un grupo experimental y otro de
control. El grupo experimental fue expuesto
a diferentes intensidades de iluminación,
mientras que el de control trabajaba bajo
una intensidad fija. Los ingenieros
esperaban que la producción individual
estuviera directamente relacionada con la
intensidad de la luz.
“Pero los resultados fueron sorprendentes:
aumentando la intensidad de la luz en el
grupo experimental se vio que la producción
aumentaba en ambos grupos. Aumentaron
todavía más la intensidad con idénticos
resultados. “Más tarde, empezaron a bajar la
intensidad y vieron que la producción
todavía aumentaba más y también en ambos
grupos. Las conclusiones de los ingenieros
fueron que el nivel de iluminación no estaba
relacionado en forma directa con la
productividad de las empleadas pero no
pudieron explicar los resultados obtenidos.
“Se introdujeron entonces otros cambios (periodos
de descanso, almuerzos gratis, jornada
laboral más corta) y la producción aumentó
al introducir cada uno de ellos. Pero el
resultado más sorprendente se vio cuando se
eliminaron todas las mejorías: ¡la
producción siguió creciendo! Llegaron a la
conclusión de que los aspectos físicos del
ambiente tenían menos importancia de la que
se les había atribuido.
“Todo el mundo estaba sorprendido, tanto
investigadores como gerentes de la planta. ¿Qué
podía suceder?
“La respuesta la dio Mayo: las trabajadoras
no reaccionaban a los cambios en la
iluminación, ni de ningún otro tipo, sino
que estaban reaccionando ante el hecho de
que alguien les estaba prestando atención.
“Debido al lugar donde se hicieron los
experimentos citados, el fenómeno anterior
recibió el nombre de efecto Hawthorne”.
Bibliografía
Suministrada por solicitud.
Dr. Félix E. F. Larocca
f.larocca@codetel.net.do
Un
Agradecimiento muy especial al Dr. Félix
E. F. Larocca por su colaboración con este portal y sobretodo
por el contenido tan bien realizado
esperamos sea de gran ayuda a la
juventud de Hispanoamerica .
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