El entendimiento desde la perspectiva de
la neurociencia de los trastornos del comer
Para comprender en detalle los cuatro
trastornos del comer, el esquema del
continuo de las disorexias disponder�sicas (Dysorexia/Dysponderosis
Continuum) que Meermann y Vandereycken
conceptualizaran como una l�nea progresiva
que se extiende desde el consumo restringido
de alimentos, la ingesti�n normal de la
comida, seguida por el exceso en consumo de
la misma con la resultante acumulaci�n en
demas�a de tejido adiposo; y finalmente con
el cuadro cl�nico de la bulimia como
�remedio� contra la gordura.
La l�nea como nosotros la hemos modificado,
incluye en su estructura la dieta
restrictiva que todos usan para tratar en
vano esfuerzo de controlar el sobrepeso.
Por medio de la aplicaci�n de este esquema
Meermann y Vandereycken nos proporcionan en
una l�nea progresiva (un continuo o
secuencia) un esbozo del desarrollo lineal
en las divisiones del peso en el ser humano,
que se extiende desde la delgadez
desproporcionada de la anorexia (magersucht),
pausando dentro de los niveles �normales�
del peso y continuando hasta el trastorno de
la obesidad morbosa, finalizando en el caos
dietario y comportamientos impulsivos que
caracterizan la bulimia y algunas formas de
la obesidad.
En otras palabras, los trastornos del comer
y sus efectos en el peso son parte del mismo
proceso, difiriendo s�lo en el lugar que
ocupan en un momento dado.
Luego que entendemos lo que son en el
espectro, es �til recordarnos que las
enfermedades del comer, o las disorexias,
representan, como todos bien sabemos,
problemas serios de salud y que su
tratamiento es tan complicado como
refractario.
Por ello, para evitar caer en la trampa de
la sobre simplificaciones con que nos venden
las dietas y los spas, desde el comienzo,
debe ser establecido que todos quienes
dedican sus tareas profesionales al manejo
de estas condiciones las consideran a todas
como entidades recalcitrantes, y muy
dif�ciles de tratar exitosamente.
Para entenderlas mejor, hagamos una pausa
recurriendo a una sinopsis en forma de
anamnesia de la evoluci�n natural de nuestra
especie.
Nuestro entorno primordial
Esencialmente, el r�cord antropol�gico sit�a
nuestra estirpe como una que ya exist�a en
su forma actual en el paleol�tico superior
subsistiendo en su presente configuraci�n,
adaptaciones, y fisiolog�a exactamente como
hoy somos. Lo que significa que, como orden,
no hemos experimentado ninguna mutaci�n
adaptante que nos haga diferentes de
nuestros antepasados por los �ltimos 120,000
a�os. Lo que hace que nuestros ajustes y
estrategias para la supervivencia son las
mismas hoy que fueran en ese pasado tan
remoto, como asimismo tan fugaz, en el
sentido del tiempo c�smico.
Por raz�n tan simple es que reconocemos que
nuestra estrategia del comer, como tanto
antes hemos recalcado, y aun, a menudo,
seguimos insistiendo, es esencialmente la
que fuera cuando viv�amos nuestra vida
selv�tica.
�ramos entonces cazadores/recogedores,
fabric�bamos herramientas de caracter�sticas
rudimentarias, aplic�bamos la agricultura,
no exist�a la gordura (por ser mal adaptante),
domestic�bamos algunos animales y
depend�amos de los efectos del
establecimiento de un instinto
socio-jer�rquico suficientemente elaborado y
bien instituido para poder medrar. En efecto,
las bases de los avances pr�cticos y
descubrimientos cient�ficos que en el futuro
nos aguardaban, yac�an escondidas, desde
siempre, en el cerebro poderoso que nos
define como la m�s avanzada e inteligente de
todas las especies. Es posible, por
consiguiente, aseverar que todas nuestras
innovaciones y desarrollos presentes,
estuvieran contenidos y representados en
nuestro aDN y, por ende, integrados en
nuestra mente, producto de la actividad del
enc�falo, esperando su expresi�n en el
instante preciso.
Y no s�lo que esos avances estuvieran
grabados en nuestros cerebros sino que su
aparici�n a veces simult�nea y no por
serendipia fueran regulados por la misma
Naturaleza, para que la presencia de
redundancia asegurara el proceso de la
evoluci�n.
De ello deducimos que no somos tan libres en
nuestro albedr�o como nos gustar�a
pretenderlo.
Veamos�
Pensemos. No nos parece extra�o que otros
animales como son las abejas, puedan
recordar las rutas que deben de seguir para
aventurarse fuera de la colmena, viajar
distancias considerables sin la ayuda de
instrumentos para navegar y retornar sin
dificultades a su punto de origen sin previa
experiencia.
No nos sorprende que un gato encuentre la
direcci�n de la casa nueva de su amo sin
haber tenido mundo de su nueva direcci�n y
sin contar con la asistencia de pistas que
lo orienten.
No nos preguntamos c�mo es que algunas
castas de avispas instintivamente depositan
sus huevos dentro del cuerpo de ciertos
gusanos, a quienes paralizan con su veneno
para que les sirvan de hu�sped a sus larvas,
quienes consumir�n sus v�ctimas vivas de
adentro para fuera.
aqu� ser�a oportuno repetir las palabras de
alfred Lord Tennyson quien en uno de sus
poemas llam� a la Naturaleza �Roja (sangrienta)
en colmillo y garra�, refiri�ndose al modo,
singularmente despiadado con que nos rige.
Man...
Who trusted God was love indeed
and love Creation's final law --
Tho' Nature, red in tooth and claw
With ravine, shrieked against his creed.
(alfred, Lord Tennyson)
Richard Dawkins utiliza estas palabras, en
su libro The Selfish Gene, como una
advertencia correctiva, record�ndonos que
nosotros, los seres humanos, nacimos en un
mundo con imperativos gen�ticos
pre-existentes que nos obligan a ser
competidores a pesar de los esfuerzos
denodados provenientes de la educaci�n y de
la religi�n para suprimirlos.
Porque tendemos al olvido de estas cosas, en
el transcurso de estas lecciones tendremos
que recordarnos de nuestro origen y
naturaleza de animal continuamente.
as� lo haremos porque es en esa misma
facultad de ser (y a la vez, de no ser)
animales que nuestros mayores y nobles
atributos nos distinguen, nos caracterizan y
(a veces) nos apartan de miembros de nuestro
g�nero que, por razones propias no son
beneficiarios gen�ticos de haber nacido con
los atributos �ticos, a algunos, conferido
por la posesi�n de un cerebro humano.
De esa manera delimitaremos nuestros
esfuerzos al entendimiento y cura de los
trastornos que son producto de nuestras
dificultades en la reducci�n de nuestras
ansiedades y no con los problemas propios y
extra�os que el Narcisismo Patol�gico
engendra.
La psicoterapia en los trastornos del
comer
ajenos, como tantos son, de las t�cnicas que
se ense�an durante el entrenamiento riguroso
de la ciencia y arte de la psicoterapia y
del psicoan�lisis, muchos profesionales caen
v�ctimas del vicio de amonestar sus
pacientes, v�ctimas de las disorexias, por
ser incapaces del cambio voluntario,
recurriendo al soborno, a la extorsi�n y al
h�bito de instilarles sentimientos de culpa
porque:
1. Reh�san ganar el peso que han perdido
2. Objetan al abandono de sus actividades
purgativas y diet�ticas
3. Ignoran la realidad de que se est�n
haciendo da�o
4. Se empecinan en permanecer como est�n
Quienes as� proceden lo hacen ignorando las
sabias palabras del pionero Ernest Charles
L�segue quien en el a�o 1873 nos se�ala que
ruegos o amenazas no bastan para persuadir
la paciente a que renuncie sus
comportamientos.
Obviamente, las anor�xicas o las bul�micas
no son personas carentes de inteligencia o
de buen juicio. Lo importante es reconocer
que algunas (sino muchas) de sus funciones y
actividades cognitivas y emocionales, han
cesado de operar normalmente. Tan obvio es
que las actividades del cerebro han dejado
de servir sus procesos adaptantes que en
ciertas de sus caracter�sticas nos recuerdan
el cuadro cl�nico de algunas de las
entidades psiqui�tricas conocidas.
Por ejemplo, la negaci�n de la realidad que
caracteriza al hist�rico cl�sico es com�n en
la anorexia. Las distorsiones de la imagen
del cuerpo y del sistema propioceptivo que
caracteriza algunas enfermedades de origen
neurol�gico son propias a todas las
disorexias y asimismo las alteraciones del
afecto que son t�picas de muchas condiciones
que tratamos, son hoy reconocidas como
resultado de trastornos neurol�gicos en
�reas espec�ficas del cerebro.
En resumen podemos establecer con parsimonia
que las enfermedades del comer son
emocionales, pero que as� lo son en la
medida en que son respuestas y
manifestaciones de trastornos de la anatom�a,
de la fisiolog�a del cerebro, o de ambas. Lo
que significa que a la vez son trastornos
f�sicos y org�nicos, definiendo en s� el
significado de lo que llamamos
�psicosom�tico�.
Entonces nos resta decir que si, admitimos
que las pruebas nos sobran para pensar en
que su terapia es asimismo terapia dirigida
a cambios en la fisiolog�a y, aun en la
anatom�a del enc�falo en medidas discretas,
pero de relevancia extrema, entonces
estaremos en una posici�n m�s cierta para
entender el proceso tanto de la enfermedad
como de la cura, como en futuras lecciones
veremos.
Para concluir queremos enfatizar antes de
dar fin a esta lecci�n que nuestra
perspectiva deriva del conocimiento
meticuloso de las neurociencias como hoy se
aplican y en una forma de terapia que se
basa en esos conocimientos.
Referencias
Dawkins, R; The Selfish Gene (1976) Oxford
University Press NY
barondes, S: Mood Genes (1998) W. H. Freeman
NY
Dennet, D. C: Kinds of Minds: Toward an
Understanding of Consciousness (1996) basic
books NY
Larocca, F.E.F. (ed): EaTING DISORDERS: THE
FaCTS: New Directions for Mental Health
Services, No. 31, (1986) Jossey-bass
Dr. F�lix E. F. Larocca
[email protected]
Un
agradecimiento muy especial al Dr. F�lix
E. F. Larocca por su colaboraci�n con este portal y sobretodo
por el contenido tan bien realizado
esperamos sea de gran ayuda a la
juventud de Hispanoamerica .
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