En el
transcurso de nuestra vida rutinaria, no
reparamos en la frecuencia con que las
personas a quienes tratamos preceden sus
palabras con la expresi�n reiterativa: �Como
dec�a mi Mam� o �Como mi pap� dijera�.
Mam� y pap�. Palabras poderosas. Nociones
eternas en la estructura de la mente humana,
derivadas del misticismo original que, desde
que comenz�ramos a reflexionar acerca de
nuestras existencias, nos ordena.
Mam� y pap�, impresiones profundas de donde
todos devengamos la idea inseparable de la
existencia de un Dios.
�Dios� de curioso masculino, para satisfacer al
hombre
Veamos qu� sabemos acerca del misticismo
El misticismo es un conocimiento inmediato,
directo e intuitivo de Dios o de la Realidad
Suprema, alcanzado por medio de una
actividad espiritual �ntima. Variedades
amplias de esta experiencia se pueden
encontrar en ambas, la forma y en la
intensidad de la percepci�n contemplativa.
La autenticidad de la experiencia misma, no
depende de la configuraci�n propia sino que
se supedita a la calidad de vida que dicha
ocurrencia compone.
La vida espiritual, cuando se practica, se
caracteriza por un aumento de la vitalidad,
la productividad, la serenidad y la
felicidad como aspectos visibles e internos
que armonizan en unidad con el Dios que
conceptuamos.
La terapia intensiva en manos expertas puede
resultar en una experiencia id�ntica a la
descrita. Porque la terapia es un
renacimiento de �ndole �tico, filos�fico y
espiritual.
Los comienzos
Desde la ni�ez m�s temprana nuestro concepto
de la existencia de un Ser omnisciente,
omnipotente y omnipresente deriva de la
ense�anza impl�cita y por precepto que
transcurre en el hogar. Instrucci�n que
comienza, primero con la percepci�n de la
madre y eventualmente con la adici�n de la
percepci�n, y de la relaci�n con el padre.
El mecanismo
Nuestro desarrollo, a medida que progresa,
permite que, cuando logramos la autonom�a e
independencia final de nuestros padres,
incorporemos sus sabidur�as y valores
�ticos-morales para que desde nuestras
mentes gobiernen nuestros destinos y nos
gu�en por el sendero de la rectitud
espiritual.
Nuestros padres, representados
permanentemente en la estructura del
S�per-ego, nos recuerdan de la existencia de
un Dios tan intangible como imperecedero que
vive en nuestras almas hasta el fin de
nuestras vidas.
De ah� deriva recordarlos a ellos ---
nuestros padres --- cuando repetimos los
axiomas y las m�ximas que nos inculcaran,
para guiarnos.
Lo que sucede al ni�o que es hu�rfano o
cuyos padres son ausentes
Los ni�os, al nacer, vienen dotados con
mecanismos adaptantes y compensadores para
suplir la figura y para corregir la ausencia
de los padres. Otras personas allegadas
pueden efectivamente proporcionar los
elementos requeridos para la estructura y
formaci�n de una conciencia moral --- de un
S�per-ego. Estos otros ser�n, entonces,
quienes invocaremos para afirmar la certeza
moral de nuestras actitudes.
El problema
El problema surge cuando los ni�os crecen en
un medio ambiente donde la presencia
psicol�gica de uno o de ambos padres est�
omitida de facto. En ese caso, la carencia
de esa figura, imprescindible para el
desarrollo armonioso del ni�o, puede
producir un vac�o permanente en su
constituci�n moral.
Quienes as� crecen se convierten en
entidades narcisistas y egoc�ntricas que
derivan placer del sufrimiento de otros (schadenfreude)
y que procuran tan s�lo su satisfacci�n
personal --- seres que carecen de toda
capacidad para amar.
Para un terapeuta es, entonces, m�sica
celestial escuchar las palabras repetidas
que recuerdan lo que los padres en tiempos
pasados, a quienes tuvieran la fortuna de
o�rlos, les dec�an�
�Como dec�a mi Mamᅔ
bibliograf�a
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London Tavistock Publications.
Un
agradecimiento muy especial al Dr. F�lix
E. F. Larocca por su colaboraci�n con este portal y sobretodo
por el contenido tan bien realizado
esperamos sea de gran ayuda a la
juventud de Hispanoamerica .
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